De cómo llegué a la quinta nube

En este limbo cibernético se acumularán las publicaciones de cinco años ininterrumpidos de crónica actual, además de otras que se me vayan ocurriendo.

martes, 5 de junio de 2012

FUTURO (versión final)





¿Pero no nos habían prometido un futuro en el pasado?  Como plato mayor de la oferta política, el nuevo futuro sustituye el futuro caduco y venido a menos que vivimos hoy:  país defectuoso, a medio hacer, futuro fatulo:  este presente alguna vez nos lo ofrecieron como tiempo feliz, no lo olvidemos.  Ahora, de cara a los comicios electorales, nos garantizan un mejor porvenir, como si lo tuvieran guardado en un almacén, como si lo hubieran mandado a buscar por catálogo.

¿Cómo es que ahora tienen tan buenas ideas?  ¿No las tenían antes?  ¿Qué traba ha obstaculizado la venturosa resolución de los proyectos tan monos que nos han presentado en las últimas décadas?

Pero ya conocemos la historia.  El futuro que nos ofrecen en las campañas es perecedero, tiene fecha de expiración:  úsese en o antes de las próximas elecciones.  Se va destiñendo como las imágenes de los candidatos caretones bajo los puentes.  Todo pasa, hasta el futuro.  Como lo que prometen siempre es novedoso hay que empezar desde cero y el tiempo no les da.  Una pena.

Algunos impacientes en su desesperación, huyen.  Me voy de aquí, el día llegó, no aguanto más, ahí les dejo este país mediocre, esta isla atrasada, esta olla de grillos. Clausuremos las ventanas, cerremos la puerta y vayámonos.  ¿Por qué esperar más por el mañana si es posible instalarse en el futuro ahora mismito, a tres horas y media en avión? 

Y allá se va mi vecina, mi cardiólogo, mi mecánico, mi peluquera, mi hermana mayor.  Me llevan el mundo a plazos cómodos, me mudan parte de la vida.  Se van a residir en el futuro y de allí nos escriben, de allí nos advierten:  qué mal llevan ustedes el presente, pero qué mal, vénganse con nosotros. 

Atrás sobrevive una comunidad mutilada, abacorada por discursos que suenan ya como ladridos.  El porvenir sigue constituyéndose en ilusión y aquí esperamos, los habitantes del presente, pacientemente intrigados por lo que nos prometerán ahora aquellos que nos aseguran, con voz atronadora, que mañana, mi gente, el futuro será mejor.
Publicado en El nuevo día el  30 de mayo de 2007.

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