De cómo llegué a la quinta nube

En este limbo cibernético se acumularán las publicaciones de cinco años ininterrumpidos de crónica actual, además de otras que se me vayan ocurriendo.

martes, 5 de junio de 2012

6:00 PM




A las 6:00 PM soy inmortal.  Nadie me convence a esa hora de ser previsora, mucho menos de comprar un seguro de vida.  A esa hora tengo todas las hornillas prendidas.  Sobre el escritorio hay una pila de exámenes por corregir.  En el sofá esperan mi hija y la gata:  la primera para practicar su lección de violín, la segunda para morderme una pantorrilla.  Más allá está el adolescente de la casa, luchando entre el deseo de huir a alguna fantasía y la conciencia de sus obligaciones.  Hay que hacer tareas, lavar ropa, preparar loncheras.  De aquí se escuchan los bocinazos del tapón. 

En ese preciso momento el teléfono suena.  Una engolada voz pregunta por mí, con nombre y apellidos.  Llaman para venderme un seguro de vida.  A esta hora soy inmortal - le digo.  Al otro lado de la línea, la engolada voz enmudece.  Al menos esta tarde no se aburre.

¿A que genio de la mercadotecnia se le ocurrió la nefasta idea de vender seguros de vida a la hora de la cena?  ¿Quién puede ofrecerme garantías con el estómago vacío de comida y la cabeza llena de deberes?  ¿Acaso soy la única inmortal a las 6:00 PM?

Si tuviera conciencia a esa hora de mi mortalidad, de que puedo reventar como un ciquitraque en cualquier momento - un cuágulo impertinente, una ola gigantesca, una bala perdida - dejaría quemar las habichuelas, le abriría una lata de atún a la gata y no insistiría más en traer a la realidad a mi hijo adolescente.  Si fuera así, nos iríamos todos sin bañar a ver el mar.  Pero la verdad es que a esa hora sufro la ilusión de que el día continuará hasta la noche y más allá, de que no muero y tengo todo el tiempo del mundo para dedicarme a una sarta de enojosas tareas.

Por esa razón, queridos aseguradores, a las 6:00 PM no hay quien me convenza de la necesidad de prevenir mi muerte.  A esa hora, señores, soy inmortal.

Publicado en El nuevo día el  18 de abril de 2007.

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