De cómo llegué a la quinta nube

En este limbo cibernético se acumularán las publicaciones de cinco años ininterrumpidos de crónica actual, además de otras que se me vayan ocurriendo.

domingo, 1 de julio de 2012

RIESGO




En el principio, tapamos enchufes, amarramos cinturones y zapatos.  Más adelante acudimos a ensalmos mágicos (no te caigas, cuidado con el lápiz, vas a romperte la cabeza) como si con las palabras pudiéramos de veras protegerlos.  Finalmente, cuando campean por sus respetos, los encomendamos a las altas potestades.  Que Dios te bendiga, Alá te acompañe, un ejército de ángeles guardianes custodie tu camino.  Nuestro poder es ínfimo ante la avalancha de amenazas que los circundan.

El día que comienzan a tomar decisiones nos inquietamos.  Ladrón juzga por su condición.  La memoria nos regala truculentos episodios de nuestra propia adolescencia.  Quisiéramos entonces tener una varita mágica, una bola de cristal, visión de rayos x, pero sólo tenemos buena voluntad.  No valen celulares, manuales didácticos, sosegadas conversaciones.  En las circunstancias más angustiantes, como dice la canción, no quieren seguir, no quieren seguir consejos.

El riesgo, duende travieso, esta ahí, tentándolos siempre:  brinquen aquí, tomen este camino, prueben este rico manjar.  Suena de fondo una risa siniestra.  El que no arriesga, no gana.  Eso lo sabemos desde tiempo inmemorial, y la certeza de la frase nos angustia más todavía.  Parirás con dolor, le dijeron a Eva.  Lo que no le dijeron a Eva (ni a Adán) es que tampoco volvería a dormir una noche completa.

Para colmo de males, se contradicen seducciones y advertencias divulgados estereofónica y constantemente: beban, no beban, forniquen, absténganse, alucinen, enfóquense, sean jóvenes y libres, maduren y conténganse.  Hay mucho ruido en esas cabezas.  El duende del riesgo aprovecha las confusiones y trampea a diestro y siniestro, como un mago prestidigitador.  Saca de su sombrero un tembloroso conejo.  Aquí está la felicidad, les dice.  Ahora la ves, ahora no la ves.  El mundo es tuyo, atrápalo.  El tiempo apremia, avanza.

¿Qué les espera detrás del riesgo?  ¿Un susto, un triunfo, una alegría?  Tal vez el fruto de la sabiduría, acaso la expulsión del paraíso.  Entonces se hará la quietud, cesará el ruido, descansarán las altas potestades.  Habrán pasado todas las pruebas y guardarán celosamente el recuerdo de aquel momento veloz. 
Publicado el 6 de febrero de 2008 en El Nuevo Día.

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