En el
principio, tapamos enchufes, amarramos cinturones y zapatos. Más adelante acudimos a ensalmos
mágicos (no te caigas, cuidado con el lápiz, vas a romperte la cabeza) como si
con las palabras pudiéramos de veras protegerlos. Finalmente, cuando campean por sus respetos, los
encomendamos a las altas potestades.
Que Dios te bendiga, Alá te acompañe, un ejército de ángeles guardianes
custodie tu camino. Nuestro poder
es ínfimo ante la avalancha de amenazas que los circundan.
El día que
comienzan a tomar decisiones nos inquietamos. Ladrón juzga por su condición. La memoria nos regala truculentos episodios de nuestra
propia adolescencia. Quisiéramos
entonces tener una varita mágica, una bola de cristal, visión de rayos x, pero
sólo tenemos buena voluntad. No
valen celulares, manuales didácticos, sosegadas conversaciones. En las circunstancias más angustiantes,
como dice la canción, no quieren seguir, no quieren seguir consejos.
El riesgo, duende
travieso, esta ahí, tentándolos siempre:
brinquen aquí, tomen este camino, prueben este rico manjar. Suena de fondo una risa siniestra. El que no arriesga, no gana. Eso lo sabemos desde tiempo inmemorial,
y la certeza de la frase nos angustia más todavía. Parirás con dolor, le dijeron a Eva. Lo que no le dijeron a Eva (ni a Adán)
es que tampoco volvería a dormir una noche completa.
Para colmo de
males, se contradicen seducciones y advertencias divulgados estereofónica y
constantemente: beban, no beban, forniquen, absténganse, alucinen, enfóquense,
sean jóvenes y libres, maduren y conténganse. Hay mucho ruido en esas cabezas. El duende del riesgo aprovecha las confusiones y trampea a
diestro y siniestro, como un mago prestidigitador. Saca de su sombrero un tembloroso conejo. Aquí está la felicidad, les dice. Ahora la ves, ahora no la ves. El mundo es tuyo, atrápalo. El tiempo apremia, avanza.
¿Qué les espera
detrás del riesgo? ¿Un susto, un
triunfo, una alegría? Tal vez el
fruto de la sabiduría, acaso la expulsión del paraíso. Entonces se hará la quietud, cesará el
ruido, descansarán las altas potestades.
Habrán pasado todas las pruebas y guardarán celosamente el recuerdo de
aquel momento veloz.
Publicado el 6 de febrero de 2008 en El Nuevo Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario